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La importancia de hidratarse en verano

La importancia de hidratarse en verano

Según el European Hydration Institute, existen evidencias de que una buena hidratación en los pequeños les puede ayudar a un mejor desempeño en pruebas de concentración y de memoria a corto plazo, como elementos esenciales del proceso de aprendizaje. Además, en verano suelen pasar muchos casos de diarrea, gastroenteritis o episodios febriles en los pequeños, circunstancias todas ellas en las que  el aporte de líquidos es vital para acelerar la recuperación y que el trastorno sea más leve.

Desde este organismo europeo se ofrecen distintas recomendaciones para evitar la deshidratación en los niños.

-Vigilar bien la cantidad: la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha establecido las cantidades adecuadas de agua según la edad, que varían entre un litro (800 ml-1200 ml) para los niños de entre 6 meses y 2 años de edad  y 1,5 litros para los pequeños de 2 a 8 años. Esto equivale a beber entre 4 y 8 vasos de agua u otros líquidos, aquellos más apetecibles según la temporada y las condiciones ambientales: infusiones frías o calientes no excitantes, caldos (de verduras, de pollo, de pescado...), polos de agua (fresa, limón, sandía...), granizados sin azúcar, té helado, gelatinas, zumos naturales de frutas, licuados o batidos caseros de frutas y hortalizas...

-En cuanto al modo de beber, se recomienda hacerlo con frecuencia y en pequeñas cantidades. Lo conveniente es ingerir mayor cantidad por la mañana y media tarde, para evitar así las micciones nocturnas. Por esta razón, puede interesar reservar los caldos, las ensaladas o los zumos para la comida del mediodía, no para las cenas.

¿Bebidas para deportistas?

Muchos niños tienen costumbre de tomar bebidas para deportistas en lugar de agua, en particular después de hacer algo de deporte. Su consumo no está justificado en estas edades tempranas, dada la excesiva carga de azúcares. Con medio litro de estas bebidas el pequeño ingiere entre 30 y 40 gramos de azúcares, equivalentes a cuatro sobres de este producto; una cantidad de azúcares de absorción rápida desproporcionada para el esfuerzo físico realizado.

-La variedad de sabores hace más fácil hidratarse. Incluir en la dieta distintas bebidas como agua, zumos o infusiones hace que sea más apetecible beber. Según los resultados de la encuesta sobre hábitos de hidratación, el 65% de las personas consultadas reconoce que el sabor de las bebidas le ayuda a mantener un adecuado nivel de hidratación. Así, el agua natural se puede hacer más apetecible si se añade una taza de la infusión que más gusta, zumo de un limón o de una naranja, unos granos de café, unas hojas de menta o de hierbabuena, unas bolitas de anís...

-Consumir alimentos con alto contenido en agua, como frutas y verduras. Las frutas frescas tomadas al natural, o en otras presentaciones (zumo recién exprimido, licuados, en brocheta, macedonias, etc.), deberían ser la primera opción para tomar como tentempié entre horas, a media mañana y a media tarde. Y como entrante de la comida, una tacita de sopa templada, una crema fría o templada de verduras, un gazpacho o un salmorejo o una ensalada de la huerta. Son recetas sencillas que ayudan a compensar los líquidos perdidos.

-Beber aunque no se tenga sensación de sed. El papel de la familia es fundamental para conocer si el niño ha bebido suficiente a lo largo de la mañana o de la tarde. Tener una referencia (botellín de agua, cantimplora, taza de caldo, la infusión matutina...) ayuda a controlar este punto.